jueves, 5 de junio de 2008

Notas de lector sobre Una adorable criatura...

A más de uno creo que le hubiera gustado ser Truman Capote en aquel funeral de Constande Collier, el 28 de abril de 1955.
Porque no es que él sólo nos hace alarde de haber mantenido una excelente relación con la desaparecida Marilyn Monroe, sino que aprovecha este encuentro para mostrar algo más de ella.
Increíble y admirable a la vez es lo que este escritor hace con el manejo de la información. Algo característico de los textos que integran Música para camaleones es la necesidad de contextualizar al lector. Es decir, situarlo en el tiempo y el espacio, en el dónde y cuándo pasa la historia. Porque nos guste o no, es difícil seguir una historia si quien escribe no nos mete de lleno en ese lugar y en ese momento…es estar perdidos. Capote comienza su relato con este detalle, para luego decir qué es lo que está haciendo allí. Empieza a hacer referencia a la difunta, una brillante actriz y maestra de ese arte, y entre un dato y otro, se inmiscuye el nombre de la segunda protagonista del relato: Marilyn.
Truman nos cuenta que ella había sido alumna de la señora Collier, a la cual la rubia platinada no le había gustado en un principio, pero que con el tiempo logró encontrarle su encanto.
Después de hacer una breve descripción de la relación entre estas dos damas, el autor vuelve a aquel día del funeral. Debía encontrarse con Marilyn para estar juntos en la ceremonia y ésta, como de costumbre, estaba llegando tarde.
Capote maneja este encuentro manteniendo la estructura de un diálogo constante entre ellos dos y de vez en cuando, introduce a un tercero que aparece en escena o ciertas reflexiones personales y descripciones de las circunstancias.
Pero al contar este encuentro, Truman no pretende mostrar a la Marilyn explosiva, sensual y desinhibida que estamos acostumbrados a ver en cualquier “biografía no autorizada” que pasan por la tele. Si no, creo que busca mostrar a la persona que había detrás de la estrella. Con sus miedos, anhelos y cosas que ocultar. Con esa parte humana que muchas veces la frivolidad del mundo del espectáculo parece extinguir en los artistas, pero que sin embargo mantienen a la expectativa.
Porque al fin y al cabo, Marilyn era una mujer de carne y hueso, que para mantener el rubio platinado de su cabello debía aplicarse tinturas (de hecho en un pasaje del diálogo le muestra a Capote las raíces sin teñir). También la muestra alejada de la constante necesidad de ser reconocida por los medios y con una duda: cómo la definen los demás.
A todo esto, Capote introduce entre línea y línea, reflexiones, pensamientos que va teniendo mientras escribe, los cuales muestran el afecto que le tenía a la rubia de Hollywood.

“¡Marilyn! ¿Por qué todo tuvo que acabar así, Marilyn? ¿Por qué la vida tiene que ser tan terrible?”

Al fin y al cabo, creo que después de leer este encuentro entre Truman y Marilyn, la mayoría coincide con él y con la señora Collier en que la rubia actriz era en sí, una adorable criatura.

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