miércoles, 9 de julio de 2008

Relación entre el etnógrafo y el periodista...

Según lo define la Real Academia Española, la Etnografía es el “estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos” Entonces ¿no son acaso esta disciplina y el periodismo como dos primos hermanos que aún no se han reconocido?
Geertz, en su libro “El antropólogo como autor”, plantea que a la disciplina antropológica muchas veces se le pide que en sus textos se le preste atención a temas como las metáforas, la fraseología y demás juegos de palabras que hacen al profesional dejar de atender a las cuestiones relevantes: la información
Cierto es que resulta tedioso leer un artículo sobre un tema y que su narración sea totalmente “chata”, que al autor no se le “caiga en el papel” una sola idea como para hacer aquel informe más dinámico. Pero tampoco es demasiado convincente que en un documento de tipo etnográfico abunden en demasía los juegos de palabras y el estilo poético. Puede ser que con esa técnica se trate de tapar la deficiencia de información.
Y otra vez aparece casi sin querer, pero queriendo esta palabra: información. Son estas once letras las que unen irremediablemente a los etnógrafos con los periodistas. Aquella es su arma fundamental y a ella se le suma el “otro”, aquel a quien debe construir, cada profesional en su materia. La sociedad es el manantial del que brotan las gotas de agua que sacian la sed del etnógrafo y calman el hambre del periodista. De esta sociedad va a surgir la materia prima que necesitan ambos para hacer su trabajo. Cada cual apuntará a un objetivo distinto pero no por eso menos valorable. Geertz apunta en el mismo apartado de su libro, que la habilidad de los etnógrafos no tiene que ver con la elegancia conceptual que usen en sus escritos, sino que se relaciona con el hecho de haber podido “penetrar (o si se prefiere, haber sido penetrado por) otra forma de vida, de haber, de uno u otro modo, realmente estado allí”. Y la escritura es en este rol en donde cumple un papel decisivo.
Etnógrafo y periodista deben hacer honor a esta frase. Aunque el primero viaje al rincón más recóndito del continente africano y saque datos increíbles de su población, sus costumbres, tradiciones, ritos y creencias, debe poder transmitirlo.
Ambos profesionales escriben para alguien, y ese “alguien”, el público debe saber que quien escribe ha estado realmente en ese lugar. Los etnógrafos, en la escritura deben situar al lector en tiempo y en espacio. Su figura no debe desaparecer del texto. Deben lograr que el lector crea que realmente se han internado en esa cultura e interactuado con ella. El periodista, debe mantener el carácter “objetivo” de la noticia, por lo que no puede dar a cada renglón las apreciaciones personales respecto de un tema; pero sí, puede hacerse presente como investigador a través del ofrecimiento de datos verosímiles.
Tanto el periodista como el etnógrafo tienen un arduo trabajo cuando vuelven de sus investigaciones. Deben sentarse frente a una hoja de papel y desplegar allí lo vivido, lo que ahora saben y les es novedoso. Pero deben lograr transmitir eso a su público. No basta con que ellos se contenten con haber conocido a una nueva cultura o hayan participado activamente en una investigación sobre un caso de corrupción política; ahora el trabajo es más difícil: convencer a cientos de personas de que él realmente ha estado allí.

Línea de tiempo de los géneros de viaje

Antigüedad

1- Período antiguo tardío de los clásicos: viajes representados en las visiones, donde se trasladaban a lugares inexistentes geográficamente; a veces ubicados entre el cielo y la tierra

Viajes utilitarios

2-A partir de los siglos XI y XII: eran viajes emprendidos por religiosos a Oriente para obtener datos. Los informes de estos viajes eran transcriptos en largos textos

3- A partir del siglo XIII: viajes en relación a las prácticas de comercio. En los cuadernos de bitácora, el capitán del barco hacía las anotaciones de los principales acontecimientos. También aparecen los textos de viaje en relación ala Tarifa Mercantil, que era un catálogo de los lugares más significativos para el comercio. Eran datos muy precisos que luego fueron desarrollados por escritores.
En el siglo XV se produce la llegada de los europeos al “Nuevo Mundo”. Por lo tanto en este momento las crónicas se pusieron al servicio del descubrimiento de lo desconocido y de la necesidad de dominarlo. Para Moreno, estos primeros relatos no poseían un público específico, sólo tenían como fin transmitir la experiencia vivida a generaciones posteriores.
Pero con la conquista de América nace un mercado relacionado a la edición de libros de crónicas, lo cual es también un estímulo económico para que los viajeros escriban sus experiencias

Crónicas relacionadas con el periodismo y la literatura

4- Siglo XIX: la escritura de crónicas se usa para la estabilización del Estado (Moreno toma a la Argentina). Ejemplo de ello son los escritos de Sarmiento en relación a la dicotomía “civilización o barbarie” o la crónica de Mansilla en su visita a los indios ranqueles. También las obras de aquel momento se dirigieron a tratar el tema de la llegada de los inmigrantes europeos a la República Argentina.

5- Siglo XXI: los hechos se ponen al servicio de la literatura y ya no al revés. Las crónicas aparecen como relatos en 1º persona de experiencias vividas. En la actualidad hay un resurgimiento del género crónica, ya que se le da un lugar en las diversas publicaciones de diarios y revistas.

Planificación del proyecto de escritura

· La reescritura del relato va a mantener la estructura del que ya he presentado: opté por el formato “testimonial”.
· El relato narra el viaje de mi abuelo paterno en su emigración de España a los 11 años de edad.
· Quien narra la historia soy yo, tomando la postura de nieta y en los momentos en que se torna importante, elegí poner fragmentos textuales de lo que él me relató en la entrevista. Por lo que en esos momentos el narrador pasa a ser mi abuelo.
· En clase me han sugerido que haga una investigación más exhaustiva en relación al contexto histórico (España de 1936, Guerra Civil); que realice más descripciones de mi abuelo de chico y ahora; que “juegue” con el punto de vista de un chico de 11 años, (que en parte ya aparece en el relato); que busque detalles sobre el club en el que se hospedó y de su casa; ver cómo era su vida en el barco; buscar el significado del nombre del mismo: Kerkelén.
· Relatar cómo fue su vida después de llegar a la Argentina y cómo fue que la figura de los barcos siempre atravesaron su vida (trabajo en el astillero y vida en el Tigre).

Notas de lector sobre Quiroga

¿Quién soy? ¿Qué me pertenece? ¿De dónde vengo y a dónde voy? Son las preguntas que atraviesan al texto de Quiroga.
En el pasaje “Los desterrados”, la figura del desterrado está encarnada por dos hombres: Joao Pedro y Tirafogo, de quien jamás se supo su verdadero nombre. Quiroga habla de ellos como una cualidad que tiene aquella región que rebalsa de tierra colorada:

“Misiones, como toda región de frontera, es rica en tipos pintorescos. Suelen serlo extraordinariamente, aquellos que a semejanza de las bolas de billar, han nacido con efecto”

Ambos, Joao Pedro y Tirafogo, son de origen brasilero, de ese momento en que Misiones era Brasil y Brasil era Misiones. De hecho, como bien señala Quiroga, los primeros pobladores de la ahora provincia argentina fueron en su totalidad brasileros.
Estos hombres, aventureros lo dos, eran de lo que se conoce como “de la primera hora”. De hecho, Tirafogo constantemente hacía alarde de que era antiguo. En su lengua de frontera, él decía: “¡Eu só antiguo! ¡Antiguo!”. En aquella época de juventud donde todo era esperanza, las plantaciones desbordaban de siembra y el trabajo era más fácil de hacer.
Quiroga muestra el antes y después de estos dos hombres, que en sus “años mozos” han pasado enfrentamientos, corridas, alegrías, borracheras y mil aventuras; pero que en el momento en que él llega a Misiones ya rondan los 80 años si no más.
Y la crisis que la mayor parte de la gente sufre a los 40 años en las grandes ciudades, Joao Pedro y Tirafogo la pasaron a los ochenta y tantos: un cuestionamiento sobre su identidad ¿quiénes eran ayer y quiénes son hoy? A esa avanzada edad se encontraban frente a una nueva Misiones:

“Las costumbres, en efecto; la población y el aspecto mismo del país distaban, como la realidad de un sueño, de los primeros tiempos vírgenes, cuando no había límite para la extensión de los rozados, y éstos se efectuaban entre todos y para todos, por el sistema corporativo. No se conocía entonces la moneda, ni el Código Rural, ni las tranqueras con candado (…)”

A los 80 las fuerzas ya no son las mismas, pareciera como si el tiempo se pasara más lento, pero a la vez es como si todo el tiempo los corriera por su velocidad y los impulsara a hacer todo lo que sus ganas le piden.
Y así pasaron tardes desmembrándose a sí mismos hartos de recuerdos. Pero ellos ya no querían recuerdos, deseaban, anhelaban, gritaban que querían realidades. Morían por ser ellos nuevamente, por volver a su tierra materna, a ese Brasil que los había visto crecer y huir…viajar en busca de algo mejor. Ese algo lo encontraron en Misiones, pero ya no era lo mismo…ya no eran felices…ya no era “su Misiones” Las energías parecía que estaban agotadas, que las manos resquebrajadas por el trabajo y las piernas fatigadas de tanto andar pedían un respiro. Pero el alma siempre tiene sed de más. Y hacia allá fueron. Lo último que vieron fueron aquellos pinares nativos. No había sido en vano: habían llegado. Ellos ya sabían quiénes eran: el viaje había terminado:

“¡Ya cheguei, mamae!...O Joao pedro tinha razao... ¡Vou com ele!”(“¡Ya llegué, mamá! Joao Pedro tenía razón… ¡Voy con él!”)

Guía de trabajo de Río arriba

· ¿QUÉ MOTIVOS CARACTERÍSTICOS DEL RELATO DE VIAJE ESTÁN PRESENTES EN RÍO ARRIBA?

Río Arriba es una película documental argentina que data del año 2004. Cuenta con la actuación y dirección de Ulises de la Orden y narra un viaje de lo más significativo para él
Este joven emprende la aventura para conocer realmente el funcionamiento de los ingenios azucareros de los que en algún momento fue arrendatario su bisabuelo.
La figura de este antepasado aún resonaba en su familia y tenía el rótulo de “héroe”. Ulises se propone entonces, trasladarse al lugar en donde funcionaba el Ingenio San Isidro, en la provincia de Salta.
En sí, este es el elemento motivador de la travesía iniciada por Ulises: conocer y aprender. Poder formar por sí solo un concepto sobre su bisabuelo y sobre aquella cultura del pueblo coya.

· ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE EL NARRADOR DE ESTE REALTO?¿A QUÉ DESTINATARIO SE DIRIGE?

A lo largo del recorrido que realiza Ulises, yendo desde Buenos Aires hasta Salta, subiendo por la orilla del río, es él mismo quien va relatando ese viaje.
En este documental, el joven aventurero construye desde el inicio a un narrador en 1º persona de carácter protagonista, que él mismo encarna.
Durante el relato se escucha una “voz en off” que va contando los pasos de Ulises. Conjuntamente, cuando ésta no aparece, sí lo hacen carteles en blanco y negro que cumplen la misma función.
Este viajero novato y curioso, no duda ni un momento en enfrentarse a un tiempo y un espacio distintos a los conocidos, a los cotidianos. Es por eso que a lo largo del recorrido va creando un destinatario muy particular: en primer lugar, él mismo, su familia. Y en segunda instancia, toda aquella persona que desconozca la realidad de los ingenios azucareros.
Ulises partió de Retiro, con su bolsito al hombro con una necesidad personal por satisfacer. Todo lo que quería era conocer, quitarse las dudas, ver con sus propios ojos. En principio todo lo que encontrara iba a ser para él, para nadie más. Pero… “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”Y sí, Ulises se encontró avasallado de información y se supo sediento de más. Como buen viajero, aunque nuevo en el oficio, utilizó muy bien el arma del extrañamiento. No se conformó con lo que le brindaba cada una de sus fuentes, sino que a cada una la tomó como parte del recorrido que debía seguir para llegar a una meta. Cada fuente fue como una pista en el juego del tesoro.
Cuando Ulises va avanzando en su viaje, esa información que en principio era para satisfacción personal, pasa a ser de interés social. Es allí cuando todos y cada uno de nosotros pasa a formar parte del público al que va dirigido el film.

· DESCRIBIR EL RECORRIDO DEL ULISES DE RIO ARRIBA EN TÉRMINOS DE LO QUE JOSEPH CAMPBELL DEFINE COMO EL ITINERARIO DEL HÉROE MÍTICO ¿CON QUÉ FUERZAS DEBE ENFRENTARSE? ¿QUÉ CLASE DE “VICTORIA” ALCANZA AL FINAL DE SU AVENTURA?

Ulises parte de Buenos Aires, sólo con una gran mochila y se lanza a una aventura que lo lleva hacia un lugar desconocido. Va hacia allí atraído por la incógnita que le genera la figura de su bisabuelo en relación al Ingenio San Isidro ¿Es realmente un héroe? ¿Qué hay de cierto en la historia que cuenta su familia? Este enorme signo de pregunta es la gran motivación que incita a Ulises a ir en busca de LA respuesta.
Su travesía se inicia en un tren que sale de la estación de Retiro (Buenos Aires) que lo dirige hacia el norte del país.
Cuando Ulises llega a su primer destino, la provincia de Tucumán, se hospeda en la casa de unos parientes que hubieron trabajado en aquel ingenio. En ellos, nuestro viajero encuentra varios ayudantes que le brindan datos que le permiten seguir adelante en su búsqueda. Una vez dado el puntapié inicial, decide ir por más, río arriba…Es por eso que viaja a Salta. Una vez allí, él se encuentra con esas “fuerzas oscuras” de las que habla Campbell. No porque hubiera maldad en alguna persona del lugar o algo similar, sino que las trabas se le manifiestan a Ulises por el hecho se ser un “porteño”. Sí, un chico de Buenos Aires. Sabido es que la gente del “interior” no distingue al nacido en provincia del proveniente de la Capital Federal, ahora Ciudad Autónoma. Para aquella gente son todos iguales: porteños. Ulises se encuentra con una realidad totalmente extraña, distinta a la que estaba acostumbrado en su cotidianeidad. Ya no estaba visitando a sus parientes de Tucumán, que si bien no lo conocían personalmente, tenían un lazo de sangre innegable. Ahora debía enfrentarse a gente que le era extraña, con la que debería iniciar un vínculo que le permitiera llegar al meollo de la cuestión. Porque al fin y al cabo eran ellos quienes le iban a brindar la información correcta, ya que la mayoría poseía un pasado y un presente marcados por la presencia de los ingenios azucareros.
Si bien al principio estas diferencias marcadas por la cultura le parecieron adversas a, poco a poco pudo conciliar con ellas y encontrarlas fructíferas. Es así como encontró en varios habitantes del pueblo de Iruya, a colaboradores que le brindaron datos certeros. Ambos pudieron dejar las diferencias a un lado y dar paso a que los recuerdos fluyan…los habitantes más antiguos, le describieron a Ulises cómo era la vida antes de que se iniciara la actividad de los ingenios, cómo fue la llegada de los inmigrantes europeos a esas tierras, la manera en que los “recién llegados” se adueñaron de ellas y cómo los sometieron a trabajar en las plantaciones de azúcar. También le hicieron saber las consecuencias que trajo aparejado el abandono de sus cultivos y cómo es hoy la realidad de Iruya.
Entre visitas a las casas de los pobladores, charlas de todo tipo y lazos que se van forjando con el paso de los días, Ulises toma la decisión de ir a visitar el Ingenio San Isidro. Ese lugar del que alguna vez fue parte su bisabuelo, cuya imagen, dista ya de ser considerada “heroica”.
Y vuelve a viajar, esta vez hacia el corazón de la cuestión, para encontrar el quid: entra, recorre, se hace uno con ese ingenio y su realidad actual, que difiere totalmente de lo que alguna vez fue: el principio del fin del pueblo de Iruya, un arma blanca con la cual se llenaron los bolsillos unos pocos a costa del empobrecimiento de unos muchos.
A este viaje puede comparárselo con una mamushka, porque Ulises no parte de un lugar, llega a otro, se queda allí y luego regresa, sino, que lo transforma en una travesía: un viaje dentro de otro viaje y tantos más. Recorre en tren, camioneta, colectivo, a pie, Cada pequeño viaje es significativo y lo lleva a alcanzar su victoria: conocer, formar una propia opinión. Poder tener algo que transmitir, algo que dejar. Tener fundamentos para hablar de aquella cultura coya a la que supieron quitarle lo suyo y que día a día lucha por no perder su identidad como pueblo, aunque muchos hicieron esfuerzos por lograrlo. En fin: saber que no todo lo que brilla es oro.



· ¿DE QUÉ MATERIALES SE VALE EL NARRADOR PARA RECONSTRUIR LA MEMORIA DE IRUYA Y DE LOS INGENIOS AZUCAREROS?

Ulises encuentra en su viaje a diferentes ayudantes que le brindan datos que son fundamentales para su investigación.
A lo largo del documental se muestran fragmentos de filmaciones en las cuales se lo muestra al bisabuelo de la Orden recorriendo aquel ingenio San Isidro. Allí se lo muestra vestido muy elegantemente, rodeado de gente, poseedor de una amplia sonrisa y con aire triunfante.
Cuando Ulises llega Tucumán, sus familiares le muestran fotos que lo ayudan a situarse allí, en los ingenios.
Asimismo, se presentan audios de la época que se complementan con los testimonios de los habitantes de Iruya, aquel pueblo del norte que en algún momento creyó en la posibilidad de prosperar.
Ulises a lo largo de su viaje va reconstruyendo la historia de los ingenios azucareros, pero al hacerlo, se ve dirigido a indagar en paralelo sobre la historia de aquel pueblo coya que lo acogía tan cordialmente.
En las experiencias de vida que recava, sobresale un factor común: la desolación, el retroceso y el sometimiento. Los habitantes de Iruya trabajaban en las terrazas de cultivo y gracias a su dedicación evitaban que las constantes lluvias inundaran el pueblo. Tenían sus ciclos de trabajo sistematizados y se autoabastecían. Pero cuando estos inmigrantes, entre los que se encontraba el bisabuelo de Ulises, llegaron al pueblo, todo cambió.
Sus actuales habitantes cuentan que ellos no poseían el título de propiedad de aquellas terrazas de cultivo, por lo cual les fueron quitadas a manos de los extranjeros. Estos les arrendaron las tierras y para poder pagar su precio, los coyas tuvieron que someterse a trabajar en los ingenios azucareros. Consiguientemente, los arrendatarios les pagaban a los trabajadores con vales que sólo eran válidos para comprar suministros en sus proveedurías. Como los trabajadores siempre quedaban en deuda con el patrón, debían seguir prestando sus servicios en los ingenios para cubrir el pago.
Después de escuchar estos dichos, Ulises reflexiona sobre la manera en la que las revistas educativas actuales reflejan la realidad de los ingenios ¿en qué se equivocan, nos preguntaremos? En todo, nos responderían los norteños. En esas revistas se muestra a los sacrificados trabajadores desempeñarse gozosos en los ingenios, cuando en realidad su situación no era esa.
Según la información que fue reclutando este incansable viajero, el trabajo en aquellos lugares no distinguía sexo o edad. Los trabajadores pasaban allí más de doce horas diarias realizando labores manuales como la de pelar la caña de azúcar o transportarla.
Los habitantes más antiguos de Iruya cuentan que al irse a trabajar a los ingenios debieron abandonar las terrazas de cultivo. Esto trajo como consecuencia que las lluvias devastaran los pueblos salteños. Para constatar esto, en el documental se muestran imágenes de los últimos aludes que se sufrieron en el norte del país, a raíz de las persistentes precipitaciones.
Como sucede con la mayoría de los negocios, al Ingenio San Isidro se le pasaron los 15 minuto de fama. Mientras ellos estuvieron vigentes hubo un amigo infaltable que mantuvo en actividad a los salteños: el ferrocarril. Ulises de la Orden incluye en su film, fragmentos que recuerdan a este transporte en su máximo esplendor, yendo y viniendo, cargando trabajadores. Pero cuando en la década de 1990 el Ingenio San Isidro cerró sus puertas, ese ferrocarril también lo hizo. Se quedó solo esperando que alguien abriera sus puertas. Igual deseo tuvo ese ingenio; deseo que se cumplió quince años después

Notas de lector de Caparrós

A veces me pregunto ¿cómo es que cada texto se las ingenia para conectarse con otro? ¿Será que secretamente los libros quieren formar una gran telaraña para que al caer en su “trampa” no podamos ya huir? No sé, tal vez. Todas estas preguntas me surgen casi sin querer, sin pensarlo, y casi al mismo tiempo que aparecen voy tratando de encontrarles una respuesta que al menos se acerque a la verdad. Ni siquiera pido que lo sea.
Es que muchas veces, mientras estoy leyendo un libro, me descubro sorpresivamente recorriendo con la mente, otro. Sí, un colega con el que comparte cosas: estilos, temas, cuestionamientos…cualquier cosa ¿será eso a lo que le llaman intertextualidad? Puede ser.
Creo que uno de los motivos por los que se dice que “estudiar te abre la cabeza” es por el hecho de que te acerca a esos lugares a los que la actual globalización no te incitaría a visitar jamás
Con el fragmento de Misiones de Martín Caparrós me pasó esto de hacer un viaje adentro de otro viaje y de tantos más que realiza él por “el interior”. Decir que es un texto genial, es tautológico; decir que es audaz, es quedarse cortos con la definición. En realidad, Misiones es un gran mapa de aquella bendita provincia argentina.
Su papel de cronista merecería ser ganador de más de un premio. Ir hacia lo desconocido. Él y su Erre, solos. La tierra colorada y la lluvia. Sí, la lluvia que atraviesa todo el relato y también la vida de los misioneros.
Mientras leía y seguía aquel mapa que Caparrós iba delimitando en mi cabeza, volé hacia otra Misiones ¿otra? La Misiones que nos cuenta Walsh. La misma. Lo que a él lo moviliza es una cuestión muy puntual: aquellos japoneses que migraron llenos de ilusiones a tierras extrañas. Walsh inicia se viaje para conocer la realidad de esos kimonos que ahora caminaban la tierra roja. Por eso es que su crónica nace de la crítica que le hace a aquellos que engañaron descaradamente a unas indefensas familias orientales, sólo para llenarse los bolsillos de dinero sucio.





“La forma en que llegó aquí Shigemori Matonaga resume la forma en que llegaron todos los demás. Campesino en la provincia de Niasaki, era dueño de cuatro hectáreas. Le ofrecieron treinta en la remosta Misiones. ¿Misiones? Le mostraron películas en colores donde se veían naranjales parejos, suaves colinas cubiertas de pinares (…). Lo que no le dijeron fue que la mitad de su chacra estaba cubierta de monte, que las piedras que afloran en la tierra harían trizas las rejas del arado, que las lluvias arruinarían una y otra vez su cosecha de tabaco.”

Y ahí vuelvo a la Misiones de Caparrós. La misma Misiones con otros problemas. Él también critica. Y es en ese punto en que los textos vuelven a hermanarse. Se hacen uno. Caparrós, detrás de lo que simula ser la crónica de un extenso recorrido por la provincia, se encuentra interactuando a la vez con Piglia ¡¿Con otro más?! Sí, y la lista es infinita. La telaraña vuelve a hacerse presente. Piglia y su teoría del iceberg, la historia 1 y la historia 2 ¿y qué tiene que ver esto con Caparrós? A mi entender, todo. Porque él nos va llevando de acompañantes en su auto, convirtiéndonos en cómplices de su aventura: Andresito, Iguazú, Posadas y tantos otros lugares. Todos ellos fueron una excelente “excusa” para contar una historia, unas cuantas realidades crudas


“Paro en Apóstoles, capital nacional o provincial de la Yerba Mate, para ver si alguien me dice dónde puedo ver la cosecha de yerba: la tarefa. Hago varios llamados, cada cual me dice que debo hablar con otro, todos insisten en que es muy difícil. No debe serlo tanto; yo sospecho que no quieren que vea cómo trabajan esos señores y señoras, esos chicos”

Ante esta situación, y para aseverar su crítica usa un recurso llamado haiku o perfiles en verso, donde dice:

Cuando la yerba
mate.

Es decir, además de llevarnos de paseo por esos rincones escondidos y de maravillarnos con los escenarios naturales más hermosos alguna vez imaginados, como las cataratas del Iguazú, Caparrós intenta algo más. Muy claramente presenta temas de los cuales es difícil hablar sin que se te haga un nudo en la garganta o sin quedar como un tremendista. Hacer alusión a la discriminación, a la prostitución, al hambre, al abandono, la explotación infantil, la falta de educación, no es nada fácil.

“Lamentablemente en los pueblos, o en general en todos los lugares la policía está prendida casi siempre con los ladrones (…)”

“(…) El problema acá es la educación, la educación (…)
Después, en la escuela, una maestra me dirá que en cuanto los chicos tienen ocho o nueve años salen a trabajar y vienen poco.
-Sí, empiezan muy chicos, cinco o seis años (…)
- ¿Y a los seis años que pueden hacer?
- Ayudan a los padres. A los doce ya están manejando los tractores. Y los tareferos también, vienen con toda la familia, acampan por ahí.”

“un país tan rico cómo puede ser que no haya comida para todos, tenemos todos los climas y todos los paisajes y están los chicos en patas, los que piden, los cartoneros esos”

Este llamado de atención a la sociedad es uno de los mayores aportes de la crónica de Caparrós por el interior. Esto constituye la historia 2. Esa historia que siempre está presente, pero que a veces es tan oscura que nos cuesta sacar a relucir. Misiones no es sólo Misiones, es también La Rioja, Salta, Buenos Aires y el resto de las provincias.
“El interior”…ojalá que el título del libro sea sólo una muestra de la ironía que se maneja en el texto…que no asociemos todas estas realidades con el interior de nuestra querida Argentina, con su esencia. No, seguro que no, porque si bien hay una Argentina que no depende de nosotros, hay una que sí lo hace y a veces tengo la sensación como dice Caparrós de que “todo está por hacerse, a medio hacer, de que están haciéndolo ahora mismo”. Coincido plenamente en que “quizás Dios, finalmente, sea argentino”

Notas de lector de Kimonos en la tierra roja

Rodolfo Walsh narra en esta crónica la historia de varias familias japonesas que emigraron a las extrañas tierras misioneras, atraídos por el brillo de una promesa que luego se vio opacada por la realidad.
A lo largo de la narración, nuestro reconocido escritor realiza un juego constante con la temporalidad, y para acompañarlo divide el relato en seis partes: la introducción; “El país de la promesa”; “El páramo”; “Los que se quedan”; “Sinichi y compañía”; “Voces en el crepúsculo”.
En el primer fragmento, Walsh comienza narrando su ida y la de su compañero, Pablo Alonso, de Colonia Luján. Es decir, él opta por presentarle primero al lector, el fin de su aventura. Pero ¿por qué? Eso sólo se logra develar al final del relato.

“Sobre la tierra roja que se abre muy cerca en perspectivas de selva, las muchachas bailan vestidas con el kimono y le obi multicolores y tocadas con grandes sombreros de paja. El tiempo, el sol y el agua han propiciado la cosecha que las conmovidas voces agradecen al cielo (…)”.
“Cuando Pablo Alonso y yo nos vamos esa tarde de Colonia Luján, llevamos la pena de no quedar más tiempo con esa gente maravillosa y desdichada (…)”.

El cronista inicia el segundo tramo de su historia, contando la odisea de aquella comunidad. Es decir, cómo es que llegaron esas familias japonesas a las extrañas tierras de Misiones, Argentina. Para hacerlo, elige usar el tiempo pasado, con el objetivo de demostrar que aquellas promesas que hoy se hallan truncas, junto con la llegada de los japoneses, ya es cosa de un pasado demasiado lejano del cual sólo quedan ingratos recuerdos.

“La forma en que llegó aquí Matonaga resume la forma en que llegaron los demás. Campesino en la ciudad de Niasaki, era dueño de cuatro hectáreas. Le ofrecieron treinta en la remota Misiones ¿Misiones? Le mostraron películas en colores donde se veían naranjales parejos, suaves colonias cubiertas de pinares (…)”

Ya a partir del tercer apartado y hasta le final de la narración, el escritor describe su introducción en Colonia Luján y las distintas vivencias en ella y en relación a la gente. Para hacerlo, elige redactar cada sucedo en un “presente histórico” ¿Por qué? Porque busca crear en el lector la sensación de inmediatez entre el hecho y el momento en el que se escribe el relato. Y aunque el lector sabe que ese texto ha sido producido no inmediatamente luego del hecho, crea un “contrato silencioso” con el escritor en el que acepta su juego en el manejo de la temporalidad.
Walsh nos hace partícipes de las distintas visitas que realiza a las casas de los pobladores de Colonia Luján y nos sitúa cerca; casi como si estuviésemos caminando allí con él.
El alma de viajero se hace presente en él y el Pablo Alonso, ya que durante su estadía en Misiones, buscan los recursos necesarios para entender la realidad de esa comunidad olvidada y desdichada. Visitan también la escuela y buscan el testimonio de los docentes que allí trabajan; les interesan sus ideas, temores y alegrías.
Después de esta recorrida, Walsh le da el cierre a la crónica de la misma manera en que la empezó: describiendo aquella escena colorida y de baile en agradecimiento al cielo por la cosecha. Aquí termina el círculo, que se asemeja al ciclo de siembra y a la historia de la colonia japonesa en Misiones.
Aquel día se escribía otro punto final. A la mañana siguiente otro pájaro abandonaría el nido en busca de la verdadera tierra prometida.

“La tarde se desgrana en antiguas canciones, lentas y mágicas danzas sobre la roja tierra misionera, brillos de marfil de las manos, belleza hierática de las caras, esplendor de las sedas bajo el último sol. Una sombrilla roja está caída en el suelo. Aiko Kanmuse baila por última vez con sus compañeras. Mañana se irá para Buenos Aires”.

jueves, 5 de junio de 2008

Notas de lector de Un día de trabajo

¡Qué fácil que resulta ver la paja en el ojo ajeno y no reconocer la viga en el propio! Creo que es una buena reflexión para comenzar este comentario.
Justamente lo que vivimos en este recorrido es un día de trabajo de una señora que realiza la limpieza en las casas de controvertidos personajes.
A cada uno, Mary, le encuentra un vicio, por así llamarlo. Capote, que también figura en la lista de sus clientes asiduos se decide a acompañarla en una jornada laboral y comparte con ella cada uno de los departamentos que debe visitar.
El primer, del Sr. Trask, estaba sumamente desordenado y sucio. Mary le apuntó a su visita que este hombre se dedicaba a la bebida y tenía una vida bastante desordenada, pero aún así no olvidaba jamás darle su dinero.
Al finalizar su primera misión, parten juntos hacia el edificio de una señorita llamada Edith Shaw. Ella era una poetiza, siempre estaba escribiendo algo en su máquina, pero tenía un defecto: demasiados novios, había abortado al menos una vez y usaba raros artefactos sexuales. Pero aún así era una simpática muchacha y no le daba demasiado trabajo para hacer, por lo que sus visitas eran rápidas.
Para finalizar el recorrido, asisten al departamento del matrimonio Berkowitz, judíos ellos. Realmente no le caían bien a Mary, pero menos lo hacía su loro, que ensuciaba el piso con desagradable material biológico que debía limpiar ella.
Capote va mechando los diálogos constantes con descripciones del tiempo, el lugar y la cincuentona Mary.
Pero fácil es opinar de los otros y no fijarse en lo propio. A veces parece un poco cínico estar hablando de los defectos de los demás, mientras a las claras se nota que uno también los tiene y bastante parecidos. Es que mientras Mary y Capote están en el primero de los edificios, el del señor Trask, ella saca de una cajita, un poco de marihuana para armarse un cigarrillo ¿acaso eso no es tan vicio como lo es el alcohol para su cliente? No parece creerlo así.
Ya en el segundo departamento, esta señora comete el atrevimiento de husmear en el botiquín del baño de la dueña de casa ¿es que eso está bien? ¿Va de acuerdo a los principios morales que sostiene esta mujer? ¿Y tocar lo ajeno, más precisamente ponerse su perfume aprovechando su ausencia, es correcto? ¿No es hurto? ¿No va contra los valores católicos que tanto dice defender?
Y en la casa del matrimonio Berkowitz andar juzgando que se hacen los trajes a medida porque no les entra o que viven para comer ¿es criticable cuando ella abre la heladera del lugar para ingerir algo dulce sin permiso de los sueños que no se encontraban en casa?
No, claro que no. Pero la situación de locura que se genera en este día de trabajo la ayuda a alejar de su cabeza, las miserias de su pasado que aún la siguen condenando: un marido alcohólico y ya muerto, un hijo preso por robo a mano armada y uno que lejos de su casa, se alegró por la muerte de su padre y poco se acuerda de que tiene una madre que lo necesita.
A veces la desesperación nos hace andar por caminos impensados. Nos lleva de acá para allá como a un trompo. A Mary la llevó hacia Dios, hacia algo que no sabemos bien si tiene una justificación lógica o no. No sabemos si es algo que inventaron los hombres para actuar de manera correcta o es algo que realmente existe. A mary creo que no le interesó mucho eso. De hecho, no rezaba por ella cuando fueron con su cliente hacia la Iglesia, sino por todos y cada uno de sus contratantes para que pudieran superar sus problemas y lograran una vida mejor; por aquellas almas en pena, para que tuvieran paz…la paz que a ella le hubiese gustado tener algún día.

Notas de lector sobre Una adorable criatura...

A más de uno creo que le hubiera gustado ser Truman Capote en aquel funeral de Constande Collier, el 28 de abril de 1955.
Porque no es que él sólo nos hace alarde de haber mantenido una excelente relación con la desaparecida Marilyn Monroe, sino que aprovecha este encuentro para mostrar algo más de ella.
Increíble y admirable a la vez es lo que este escritor hace con el manejo de la información. Algo característico de los textos que integran Música para camaleones es la necesidad de contextualizar al lector. Es decir, situarlo en el tiempo y el espacio, en el dónde y cuándo pasa la historia. Porque nos guste o no, es difícil seguir una historia si quien escribe no nos mete de lleno en ese lugar y en ese momento…es estar perdidos. Capote comienza su relato con este detalle, para luego decir qué es lo que está haciendo allí. Empieza a hacer referencia a la difunta, una brillante actriz y maestra de ese arte, y entre un dato y otro, se inmiscuye el nombre de la segunda protagonista del relato: Marilyn.
Truman nos cuenta que ella había sido alumna de la señora Collier, a la cual la rubia platinada no le había gustado en un principio, pero que con el tiempo logró encontrarle su encanto.
Después de hacer una breve descripción de la relación entre estas dos damas, el autor vuelve a aquel día del funeral. Debía encontrarse con Marilyn para estar juntos en la ceremonia y ésta, como de costumbre, estaba llegando tarde.
Capote maneja este encuentro manteniendo la estructura de un diálogo constante entre ellos dos y de vez en cuando, introduce a un tercero que aparece en escena o ciertas reflexiones personales y descripciones de las circunstancias.
Pero al contar este encuentro, Truman no pretende mostrar a la Marilyn explosiva, sensual y desinhibida que estamos acostumbrados a ver en cualquier “biografía no autorizada” que pasan por la tele. Si no, creo que busca mostrar a la persona que había detrás de la estrella. Con sus miedos, anhelos y cosas que ocultar. Con esa parte humana que muchas veces la frivolidad del mundo del espectáculo parece extinguir en los artistas, pero que sin embargo mantienen a la expectativa.
Porque al fin y al cabo, Marilyn era una mujer de carne y hueso, que para mantener el rubio platinado de su cabello debía aplicarse tinturas (de hecho en un pasaje del diálogo le muestra a Capote las raíces sin teñir). También la muestra alejada de la constante necesidad de ser reconocida por los medios y con una duda: cómo la definen los demás.
A todo esto, Capote introduce entre línea y línea, reflexiones, pensamientos que va teniendo mientras escribe, los cuales muestran el afecto que le tenía a la rubia de Hollywood.

“¡Marilyn! ¿Por qué todo tuvo que acabar así, Marilyn? ¿Por qué la vida tiene que ser tan terrible?”

Al fin y al cabo, creo que después de leer este encuentro entre Truman y Marilyn, la mayoría coincide con él y con la señora Collier en que la rubia actriz era en sí, una adorable criatura.

Prefacio de Música para camaleones...

Uno generalmente accede a las obras de un autor, las lee, se fascina o no, quiere más o simplemente lo desecha de su lista de “preferidos”.
Lo raro, o mejor dicho, poco habitual, es tener paso a su vida como escritor. Al leer esto cualquiera puede pensar que hay muchos que se dedican a contra las biografías de los autores, por lo que no tendría ni pies ni cabeza lo que digo. Pero a lo que yo me estoy refiriendo es a que él mismo tenga una mirada retrospectiva y la vuelque en un libro.
Tal es el caso de Truman Capote. Uno esperaría de un prólogo, que te dé la introducción, la bienvenida a ese libro, ya sea en palabras de su autor o de un colega invitado. Pero no, Capote “da la nota”. Él, en el prefacio de Música para camaleones le cuenta a cada uno de sus lectores cómo ha sido su vida de escritor. Señala exactamente cuándo empezó y la manera en la que fue desarrollándose. Esto no sé si es habitual o no, al menos yo no lo concebía para la primera parte de una obra Pero lo más interesante que posee es que además de conocer su carrera, él se nos muestra como lo que es (aunque es sabido que murió en 1984, ha logrado trascender y por eso hablo en tiempo presente. Los grandes no mueren): un ser humano. Con aciertos y errores. Pero lo más importante es que también posee dudas, con las que por un momento me sentí identificada. Él en un pasaje se pregunta: ¿cómo puede un escritor combinar con éxito en una sola estructura –digamos el relato breve- todo lo que sabe acerca de todas las formas literarias? Y por un momento me sentí entre aliviada y preocupada (un sentimiento muy ambiguo). Porque pensé: por un lado, que no debía hacerme tanto problema cuando a veces se me presentan esas lagunas que te frenan o esos momentos en los que no sé de qué manera expresar tal o cual cosa. Mi consuelo fue pensar que si a un escritor tan reconocido y experimentado le sucedieron esas cosas, a un aprendiz en su primer año de facultad, es lo más leve que le puede pasar. Pero por otro lado me sorprendió la desesperación usando el mismo fundamento con respecto a la experiencia de Capote: si a él le pasaban esas cosas que hacía ya casi veinte años que día tras día se sentaba a “practicar” delante de una hoja de papel ¿qué esperanzas podía albergar yo que no llevo ni ese tiempo de nacida? Así y todo sobreviví al prefacio.
Capote nos va guiando a través de su vida como escritor, por medio de sus dudas, deseos y ciertos aportes irónicos que tiene al pasar.
En la oración anterior escribí la palabra deseos, porque en mi vida significa mucho. Uno vive lleno de ellos, de sueños por realizar y son, en su conjunto, los que nos deciden a dar el puntapié inicial para hacer determinadas cosas. A veces son despertados por algo interno que nace de uno y otras tantas por motivaciones externas. Hay momentos en los que ese “bichito nos pica”: el de la curiosidad. A Capote también le llegó esa instancia. En un momento de su vida dice haber tenido una “crisis creativa”. Como ya dije antes, hay cosas que son motivadas por estímulos externos a nosotros y es justamente eso lo que le ocurrió a él. A raíz de un asesinato en Kansas, Estados Unidos, empezó a interesarle el periodismo. Comenzó a “experimentar” con hacer “novelas reales”, tal como él lo denominó. Y es sorprendente leer su experiencia con esa primera novela periodística. Porque no es que fue tan simple como “soplar y hacer botella” sino que le llevó seis años recavar información sobre el caso y más todavía le llevó soportar las críticas de aquellos que, prejuiciosos, tildaban su trabajo de traición a los géneros.
Capote a través del prefacio de Música para camaleones nos hace recorrer su vida como escritor, pero también creo que nos muestra que ellos además de ser excelentes profesionales, son humanos. Tienen errores, aciertos, miedos, dudas, se enfrentan a situaciones de tensión, de presión, a vacíos de inspiración y a más de una alegría o frustración. Y así y todo llegan a donde están hoy…a un lugar privilegiado del imaginario colectivo. Por eso cuando cada uno de nosotros tenga alguno de estos síntomas: ¡a no desesperar que vamos por buen camino!

jueves, 15 de mayo de 2008

Buenos Aires en llamas

La cuidad ardió como hacía tiempo no pasaba, de la mano del BAFICI. Probablemente en los últimos días, esta sigla que dio vueltas por diversos medio, llegó a oídos hasta de los más despistados
Esto se debió a que entre el 8 a 20 de abril tuvo lugar en Buenos Aires la edición nº 10 del festival de cine independiente. Y aunque su realización estuvo al borde de desistir, inició con una cartelera de 415 films, entre los que había de los más diversos orígenes y géneros. Los había del orden nacional, internacional y documentales.
Además, para hacer posible el acceso a una gran cantidad de público, se contó con 9 sedes que se distribuyeron por Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Esas dos semanas juntaron en las salas a personas de todas las edades, nacionalidades, profesiones y gustos.
Pero lo más maravilloso del BAFICI, es que en muchos casos rescató proyecciones que datan de años lejanos y que en su época no fueron estrenadas. Ellas descubrieron la pantalla grande en el 2008, después de estar guardadas en un cajón por varias décadas.
Tal es el caso de la película “Perdido, un avión”, que cuenta con la dirección de Michael Powell, Emeric Pressburger. Ella fue creada en la década de 1950 y jamás se había proyectado para el público. Quizás esto se haya debido a que cuenta la historia de seis integrantes de la Fuerza Aérea Británica que en medio de la Segunda Guerra Mundial, caen en Holanda, en donde iban a combatir.
Allí, ante un panorama desolador deben recurrir a distintos ayudantes que los guían hacia la libertad, sin ser descubiertos por los enemigos alemanes.
Esta película en blanco y negro, es exquisita en cuanto al aprovechamiento de los paisajes y los efectos visuales y sonoros. Son casi constantes los planos que se hacen desde la cabina del piloto hacia abajo, enfocando los pastizales holandeses y al mismo tiempo, los bombardeos en las ciudades de los alrededores.
La pasión que despierta en el público el BAFICI, es algo impensado, ya que la mayoría del público argentino está acostumbrado al cine hollywoodense, lleno de estruendos, hombres musculosos o monstruos que invaden Nueva York. Tener acceso a este tipo de cine, hace que podamos ver que hay algo más que eso, que debemos sacarnos las anteojeras y girar la cabeza hacia los costados. Esta edición del festival logró que una multitud descubra que el séptimo arte tiene mucho más para ofrecernos que un simple paquete de pochochos, porque el BAFICI, claramente, ardió.

¿Y los regalos?

Hace apenas unos días, en los pronósticos del tiempo comenzó a medirse una variable que se sumó a la temperatura, la humedad y el viento: el humo.
La semana pasada comenzó a desarrollarse este fenómeno que tomó por sorpresa a la población de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.
Abrir la puerta para salir a trabajar era sencillo; lo que requería de un acto de valentía era poner un pie en la vereda, aspirar ese aire denso y atravesar la interminable cortina gris.
Durante aquella mañana las preguntas casi caminaban solas ¿de dónde salió el humo? ¿hasta cuándo va a persistir? ¿es tóxico?, fueron sólo algunos de los interrogantes de la gente que caminaba por las calles de capital y provincia.
La respuesta llegó relativamente rápido: en el delta, más específicamente en Zárate, se estaban quemando pastizales de una extensión de 66.000 hectáreas.
Desde las oficinas, quienes tuvieron la oportunidad de ver el cielo, se encontraron con un panorama oscuro y asombroso. Era imposible visualizar las cimas de los edificios, como así también era en vano querer mirar más allá de las dos baldosas más cercanas.
Hasta el simple hecho de cruzar la calle se convirtió en una actividad de riesgo para los transeúntes, ya que a pesar de las recomendaciones dadas en los medios, los conductores manejaban a altas velocidades y sin luces.
De hecho, durante la estadía del humo en las ciudades, hubo lugar para los accidentes en las rutas argentinas. Principalmente, es preciso nombrar la relevancia de la ruta nº 9, en la cual se sucedieron una gran cantidad de choques, ocasionando más de diez víctimas mortales y gran cantidad de heridos.
Como consecuencia de la persistencia del humo, como medida preventiva se recurrió a cortar el paso por las rutas nº 9,12 y 14, cortando el paso a las provincias de Entre Ríos y a Brasil.
Pasar el día observando ese panorama desolador fue impensado, algo sinceramente hollywoodense. A cualquier hora parecían las siete de la mañana, sólo que a veces el sol daba cuenta de su presencia como si quisiera calmar la desesperación de más de uno.
Después de todo un día de trabajo y estudio para muchos, la vuelta a casa sería igual o peor que la salida de ella.
El punto era animarse a tocar nuevamente esa espuma gris, casi impenetrable. No había nariz que tolerara su olor ni ojos que se resistieran a cerrarse. El sol, apenas perceptible de color rosa, daba lugar a la aparición de una desolada luna que sólo servía de adorno a nuestra sufrida vista.
Llegar a casa con la noticia de que se había detectado a quien había iniciado el incendio, parecía señal de que al día siguiente todo habría vuelto a la normalidad y respiraríamos aire libre de humo. Pero no. Cada casa era comparable a la chimenea de una gran fábrica que está en pleno proceso productivo, ya que el humo había atravesado puertas herméticamente cerradas y ventanas. Nos encontrábamos como en Londres, pero en Buenos Aires.
El día terminó para todos con sensaciones de incertidumbre, desconcierto, ahogo y desesperación. Porque aquel no era un humo blanco esperanzador como el que salió de la chimenea del Vaticano en abril del 2005; sino que se trató de un humo gris, traicionero y escondedor.
Cuando creemos que es imposible que suceda algo que nos deje boquiabiertos, siempre se da la ocasión para que tengamos que rectificarnos. Aquello nos pasó con la nieve el año pasado, y a partir de allí en todo pronóstico aparecía la posibilidad de nieve. Igual pasó con el granizo. Y es muy probable que estas interminables capas de humo se conviertan en nuevas compañeras del amanecer argentino. Parecería que quieren hacernos sentir que estamos todo el año en Nochebuena, salvo que nos falta Papá Noel…sólo tenemos la chimenea…y con humo.

domingo, 27 de abril de 2008

Citas de viaje III

Walter Benjamin dijo: "Desde Moscú se aprende más rápido a ver Berlín que Moscú mismo".
Con esto nos intenta mostrar que muchas veces para conocer un lugar es necesario estar lejos de él, ya que al estar cerca nos perdemos en su inmensidad y no podemos apreciar su totalidad.
Muchas veces nos damos cuenta de la belleza de un lugar cuando estamos lejos

Citas de viaje II

La comparación que hace María Sonia Cristoff entre el viajero y el traductor, es muy acertada. Porque ambos cuando se enfrentana su tarea, lo hacen ante algo nuevo, aunque se trate de las actividades que hacen cotidianamente. Los ojos y oídos de ambos son su herramienta para que nosotros podamos abrir la puerta de ese mundo nuevo. El viajero y el traductor ponen lo mejor de sí para calcar sus impresiones y conocimientos en un papel.

Citas de viaje I

Caparrós en su libro "Larga distancia", muestra lo necesario de tener la presión de realizar un relato después del viaje. Le da tanta importancia porque piensa que si esta presión no existiera, el viajero iría pensando en cualquier cosa y no prestaría la atención que, ante la necesidad de escribir después, mirará. Porque el viajero debe ser los ojos del lector ansioso que desea conocer esos paisajes recónditos del mundo.

El cuento moderno...Jorge Luis Borges

En "La forma de la espada", Borges cuenta la historia de un extraño irlandés al que le toca enfrentar la traición de un soldado al que estaba entrenendo, un tal Vincent Moon.
El protagonista cuenta que con una espada le marcó la cara dejándole una cicatriz con forma de medialuna.
La segunda historia se destapa cuando el narrador de la historia(el inglés) dice: "¿Usted no me cree?-balbuceó-¿no ve que llevo escrita en la cara la marca de mi infamia? Le he narrado la historia de este modo para que usted la oyera hasta el fin. Yo he denunciado al hombre que me amparó: yo soy Vincent Moon. Ahora desprécieme"
Moon cueta la historia poniéndose en la piel del inglés, como si él fuera, y al final del relato explicita que él es justamente el traidor, lo que haceaparecer la segunda historia.

El cuento moderno...de Anton Chejov

En "El mar.Cuento de marineros", el autor marca claramente la presencia de las dos historias que menciona Piglia en su tesis.
Chejov comienza relatando la supuesta historia de un par de marineros que están entusisasmados por ver el desarrollo de una noche de dos amantes, a través de so agujeritos hechos a mano en la pared.
La narración se desarrolla contando situaciones de conversación entre el hombre, la mujer, su padre, un banquero y un pastor.
Finalmete, Chejov concluye mostrsndo la segunda historia, dando a conocer que esa relación tenía sinero de por medio."El banquero sacó entonces del bolsillo un bulto-evidentemente billetes- y se los tendió al pastor, que lo ezaminó, los contó, hizo una inclinación y se fue. El inglés de avanzada edad cerró la puerta a sus espaldas."

domingo, 13 de abril de 2008

Pensar...y ser...

"Si uno no se anima a vivir como piensa, termina pensando como vive"

domingo, 6 de abril de 2008

La escritura...

Vocación… ¡Qué palabra rara! ¿Cuántas veces la hemos escuchado de chicos y nos daba vueltas por la cabeza su significado? En esa época de nuestra vida en la que todo es juego y descubrir, la vemos como eso, como algo que nos gusta hacer, pero aún no le podemos poner nombre. Pero hay un momento en el que ese “hobbie” empieza a ocupar un lugar importante en nosotros; ahí es cuando todo cierra y nos damos cuenta de que es eso lo que nos hace felices y de lo que queremos estar cerca hasta el fin.
Ese momento a mi me llegó en 7º con tan sólo doce años. Todo empezó en el colegio ante la propuesta de una profesora de armar un diario que fuera propio del curso. Un poco solos, un poco guiados por los directivos y los padres, fuimos repartiéndonos las tareas para tener todo listo lo más rápido posible, por lo que pusimos manos a la obra rápidamente.
La inexperiencia me dominaba, pero a la vez se iba fusionando con las expectativas que el desafío de escribir había despertado en mi. El tema que me había tocado me apasionaba y eso me llevaba aún más a querer que fuera una nota buena…que diera los frutos de todo el esfuerzo que estaba poniendo.
Pero ¿Por dónde empezar? Ese era el interrogante. Millones de comienzos pasaban por mi cabeza mientras caminaba por la calle hasta mi casa al volver de la escuela, mas ninguno me convencía. Seguí las cuadras que me faltaban tratando de no pensar. Ya tendría tiempo después de comer para reflexionar tranquila a cerca de aquella nota.
Una hora después, más serena y sin tanto apuro, me decidí a escribir. Desde que me senté frente a la hoja en blanco y tomé el lápiz, sentí la conexión entre ellos y yo. Fue algo indescriptible, como si una fuerza sobrenatural me invadiera y me ayudara a plasmar mis ideas en ese papel en blanco que pedía a gritos ser llenado de palabras.
El resultado me sorprendió enormemente. Lo leía, lo releía y no terminaba de asombrarme de mi misma.
Ese día fue clave para mí, ya que gracias a él es que hoy estoy acá. Porque esa iniciativa de escuela, ese papel en blanco y el lápiz fueron los que me guiaron para que yo descubriera mi lo que realmente me apasionaba.
En ese instante aquella chispita que todos llevamos adentro, a la que los grandes le llaman vocación, aumentó su tamaño y se transformó en la gran llama que hoy invade mi cuerpo y me da el calor de la satisfacción.

Caminos...

Me viene a la cabeza una vieja canción que dice algo como "Caminante no hay camino, se hace camino al andar..." Cada vez me convenzo más de que cada decisión que tomamos en la vida determina la apertura de una nueva senda a recorrer en la ruta de nuestros días.
Hace ya un tiempo que tomé la iniciativa de estudiar Comunicación. Los últimos años que pasé en el coloegio se me fueron como agua entre los dedos...se iba acercando el momento deseado. En mi cabeza se creaban situaciones de lo más diversas. Aquello iba a ser un mundo nuevo. Pero por suerte me equivoqué: no me encontré con otro mundo; ese era, es y será por un tiempo MI MUNDO. Un lugar en el que me siento en mi salsa, rodeada de gente que piensa, siente y ama lo mismo que yo...
Este es mi nuevo camino, el cual sé dónde se originó, pero como todo en la vida, es incierto y no sabemos qué mágicos recovecos nos deparará.

Creer...y crear...

Desde hace ya muchos años vengo escuchando a mi papá decir una frase a la que hoy le encuentro su verdadero sentido: "Los verbos CREER y CREAR tienen el mismo presente: YO CREO".
Y sé que eso es verdad...en mi ellos tienen el mismo presente, porque si en mi creo, creo.