miércoles, 9 de julio de 2008

Guía de trabajo de Río arriba

· ¿QUÉ MOTIVOS CARACTERÍSTICOS DEL RELATO DE VIAJE ESTÁN PRESENTES EN RÍO ARRIBA?

Río Arriba es una película documental argentina que data del año 2004. Cuenta con la actuación y dirección de Ulises de la Orden y narra un viaje de lo más significativo para él
Este joven emprende la aventura para conocer realmente el funcionamiento de los ingenios azucareros de los que en algún momento fue arrendatario su bisabuelo.
La figura de este antepasado aún resonaba en su familia y tenía el rótulo de “héroe”. Ulises se propone entonces, trasladarse al lugar en donde funcionaba el Ingenio San Isidro, en la provincia de Salta.
En sí, este es el elemento motivador de la travesía iniciada por Ulises: conocer y aprender. Poder formar por sí solo un concepto sobre su bisabuelo y sobre aquella cultura del pueblo coya.

· ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE EL NARRADOR DE ESTE REALTO?¿A QUÉ DESTINATARIO SE DIRIGE?

A lo largo del recorrido que realiza Ulises, yendo desde Buenos Aires hasta Salta, subiendo por la orilla del río, es él mismo quien va relatando ese viaje.
En este documental, el joven aventurero construye desde el inicio a un narrador en 1º persona de carácter protagonista, que él mismo encarna.
Durante el relato se escucha una “voz en off” que va contando los pasos de Ulises. Conjuntamente, cuando ésta no aparece, sí lo hacen carteles en blanco y negro que cumplen la misma función.
Este viajero novato y curioso, no duda ni un momento en enfrentarse a un tiempo y un espacio distintos a los conocidos, a los cotidianos. Es por eso que a lo largo del recorrido va creando un destinatario muy particular: en primer lugar, él mismo, su familia. Y en segunda instancia, toda aquella persona que desconozca la realidad de los ingenios azucareros.
Ulises partió de Retiro, con su bolsito al hombro con una necesidad personal por satisfacer. Todo lo que quería era conocer, quitarse las dudas, ver con sus propios ojos. En principio todo lo que encontrara iba a ser para él, para nadie más. Pero… “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”Y sí, Ulises se encontró avasallado de información y se supo sediento de más. Como buen viajero, aunque nuevo en el oficio, utilizó muy bien el arma del extrañamiento. No se conformó con lo que le brindaba cada una de sus fuentes, sino que a cada una la tomó como parte del recorrido que debía seguir para llegar a una meta. Cada fuente fue como una pista en el juego del tesoro.
Cuando Ulises va avanzando en su viaje, esa información que en principio era para satisfacción personal, pasa a ser de interés social. Es allí cuando todos y cada uno de nosotros pasa a formar parte del público al que va dirigido el film.

· DESCRIBIR EL RECORRIDO DEL ULISES DE RIO ARRIBA EN TÉRMINOS DE LO QUE JOSEPH CAMPBELL DEFINE COMO EL ITINERARIO DEL HÉROE MÍTICO ¿CON QUÉ FUERZAS DEBE ENFRENTARSE? ¿QUÉ CLASE DE “VICTORIA” ALCANZA AL FINAL DE SU AVENTURA?

Ulises parte de Buenos Aires, sólo con una gran mochila y se lanza a una aventura que lo lleva hacia un lugar desconocido. Va hacia allí atraído por la incógnita que le genera la figura de su bisabuelo en relación al Ingenio San Isidro ¿Es realmente un héroe? ¿Qué hay de cierto en la historia que cuenta su familia? Este enorme signo de pregunta es la gran motivación que incita a Ulises a ir en busca de LA respuesta.
Su travesía se inicia en un tren que sale de la estación de Retiro (Buenos Aires) que lo dirige hacia el norte del país.
Cuando Ulises llega a su primer destino, la provincia de Tucumán, se hospeda en la casa de unos parientes que hubieron trabajado en aquel ingenio. En ellos, nuestro viajero encuentra varios ayudantes que le brindan datos que le permiten seguir adelante en su búsqueda. Una vez dado el puntapié inicial, decide ir por más, río arriba…Es por eso que viaja a Salta. Una vez allí, él se encuentra con esas “fuerzas oscuras” de las que habla Campbell. No porque hubiera maldad en alguna persona del lugar o algo similar, sino que las trabas se le manifiestan a Ulises por el hecho se ser un “porteño”. Sí, un chico de Buenos Aires. Sabido es que la gente del “interior” no distingue al nacido en provincia del proveniente de la Capital Federal, ahora Ciudad Autónoma. Para aquella gente son todos iguales: porteños. Ulises se encuentra con una realidad totalmente extraña, distinta a la que estaba acostumbrado en su cotidianeidad. Ya no estaba visitando a sus parientes de Tucumán, que si bien no lo conocían personalmente, tenían un lazo de sangre innegable. Ahora debía enfrentarse a gente que le era extraña, con la que debería iniciar un vínculo que le permitiera llegar al meollo de la cuestión. Porque al fin y al cabo eran ellos quienes le iban a brindar la información correcta, ya que la mayoría poseía un pasado y un presente marcados por la presencia de los ingenios azucareros.
Si bien al principio estas diferencias marcadas por la cultura le parecieron adversas a, poco a poco pudo conciliar con ellas y encontrarlas fructíferas. Es así como encontró en varios habitantes del pueblo de Iruya, a colaboradores que le brindaron datos certeros. Ambos pudieron dejar las diferencias a un lado y dar paso a que los recuerdos fluyan…los habitantes más antiguos, le describieron a Ulises cómo era la vida antes de que se iniciara la actividad de los ingenios, cómo fue la llegada de los inmigrantes europeos a esas tierras, la manera en que los “recién llegados” se adueñaron de ellas y cómo los sometieron a trabajar en las plantaciones de azúcar. También le hicieron saber las consecuencias que trajo aparejado el abandono de sus cultivos y cómo es hoy la realidad de Iruya.
Entre visitas a las casas de los pobladores, charlas de todo tipo y lazos que se van forjando con el paso de los días, Ulises toma la decisión de ir a visitar el Ingenio San Isidro. Ese lugar del que alguna vez fue parte su bisabuelo, cuya imagen, dista ya de ser considerada “heroica”.
Y vuelve a viajar, esta vez hacia el corazón de la cuestión, para encontrar el quid: entra, recorre, se hace uno con ese ingenio y su realidad actual, que difiere totalmente de lo que alguna vez fue: el principio del fin del pueblo de Iruya, un arma blanca con la cual se llenaron los bolsillos unos pocos a costa del empobrecimiento de unos muchos.
A este viaje puede comparárselo con una mamushka, porque Ulises no parte de un lugar, llega a otro, se queda allí y luego regresa, sino, que lo transforma en una travesía: un viaje dentro de otro viaje y tantos más. Recorre en tren, camioneta, colectivo, a pie, Cada pequeño viaje es significativo y lo lleva a alcanzar su victoria: conocer, formar una propia opinión. Poder tener algo que transmitir, algo que dejar. Tener fundamentos para hablar de aquella cultura coya a la que supieron quitarle lo suyo y que día a día lucha por no perder su identidad como pueblo, aunque muchos hicieron esfuerzos por lograrlo. En fin: saber que no todo lo que brilla es oro.



· ¿DE QUÉ MATERIALES SE VALE EL NARRADOR PARA RECONSTRUIR LA MEMORIA DE IRUYA Y DE LOS INGENIOS AZUCAREROS?

Ulises encuentra en su viaje a diferentes ayudantes que le brindan datos que son fundamentales para su investigación.
A lo largo del documental se muestran fragmentos de filmaciones en las cuales se lo muestra al bisabuelo de la Orden recorriendo aquel ingenio San Isidro. Allí se lo muestra vestido muy elegantemente, rodeado de gente, poseedor de una amplia sonrisa y con aire triunfante.
Cuando Ulises llega Tucumán, sus familiares le muestran fotos que lo ayudan a situarse allí, en los ingenios.
Asimismo, se presentan audios de la época que se complementan con los testimonios de los habitantes de Iruya, aquel pueblo del norte que en algún momento creyó en la posibilidad de prosperar.
Ulises a lo largo de su viaje va reconstruyendo la historia de los ingenios azucareros, pero al hacerlo, se ve dirigido a indagar en paralelo sobre la historia de aquel pueblo coya que lo acogía tan cordialmente.
En las experiencias de vida que recava, sobresale un factor común: la desolación, el retroceso y el sometimiento. Los habitantes de Iruya trabajaban en las terrazas de cultivo y gracias a su dedicación evitaban que las constantes lluvias inundaran el pueblo. Tenían sus ciclos de trabajo sistematizados y se autoabastecían. Pero cuando estos inmigrantes, entre los que se encontraba el bisabuelo de Ulises, llegaron al pueblo, todo cambió.
Sus actuales habitantes cuentan que ellos no poseían el título de propiedad de aquellas terrazas de cultivo, por lo cual les fueron quitadas a manos de los extranjeros. Estos les arrendaron las tierras y para poder pagar su precio, los coyas tuvieron que someterse a trabajar en los ingenios azucareros. Consiguientemente, los arrendatarios les pagaban a los trabajadores con vales que sólo eran válidos para comprar suministros en sus proveedurías. Como los trabajadores siempre quedaban en deuda con el patrón, debían seguir prestando sus servicios en los ingenios para cubrir el pago.
Después de escuchar estos dichos, Ulises reflexiona sobre la manera en la que las revistas educativas actuales reflejan la realidad de los ingenios ¿en qué se equivocan, nos preguntaremos? En todo, nos responderían los norteños. En esas revistas se muestra a los sacrificados trabajadores desempeñarse gozosos en los ingenios, cuando en realidad su situación no era esa.
Según la información que fue reclutando este incansable viajero, el trabajo en aquellos lugares no distinguía sexo o edad. Los trabajadores pasaban allí más de doce horas diarias realizando labores manuales como la de pelar la caña de azúcar o transportarla.
Los habitantes más antiguos de Iruya cuentan que al irse a trabajar a los ingenios debieron abandonar las terrazas de cultivo. Esto trajo como consecuencia que las lluvias devastaran los pueblos salteños. Para constatar esto, en el documental se muestran imágenes de los últimos aludes que se sufrieron en el norte del país, a raíz de las persistentes precipitaciones.
Como sucede con la mayoría de los negocios, al Ingenio San Isidro se le pasaron los 15 minuto de fama. Mientras ellos estuvieron vigentes hubo un amigo infaltable que mantuvo en actividad a los salteños: el ferrocarril. Ulises de la Orden incluye en su film, fragmentos que recuerdan a este transporte en su máximo esplendor, yendo y viniendo, cargando trabajadores. Pero cuando en la década de 1990 el Ingenio San Isidro cerró sus puertas, ese ferrocarril también lo hizo. Se quedó solo esperando que alguien abriera sus puertas. Igual deseo tuvo ese ingenio; deseo que se cumplió quince años después

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